Cotidianidades... 60
08/julio/2014
Cotidianidades…
Durante varias semanas he tenido la suerte de
convivir con jóvenes que nacieron en los noventa y la primera década de este
siglo. Varios de ellos tienen esa chispa y entusiasmo desbordante que
caracteriza a la juventud, y a pesar de que no dejan oportunidad para señalar quién
es “el viejito del grupo”, es inevitable aún para ellos que todo lo pueden, que
uno termine contagiado por su vitalidad.
Claro, al poco rato queda en
evidencia que ya no se tiene veinte años, sino el doble y un poco más, y esto
se nota en las charlas alrededor de los temas que les preocupa, en el tipo de
tecnología que aspiran a comprar y en sus dudas con respecto al pasado.
Con respecto a esto último,
por ejemplo, este domingo me hicieron varias preguntas sobre dos temas
impactantes para mí en su momento: el terremoto del ´85 y el levantamiento
armado de los zapatistas en el ‘94.
Son dos momentos históricos
que estos jóvenes no vivieron o sobre los cuales tuvieron apenas alguna noción
cuando eran niños, y no tienen referencias acerca del antes y el después que
marcaron en la vida de muchos mexicanos.
Por ejemplo, después del
terremoto en la ciudad de México, y a pesar de que muchos no estuvimos ahí
cuando ocurrió, quedó una psicosis colectiva hacia los temblores, se
desarrollaron estrategias varias de protección civil y las imágenes de aquella
catástrofe quedaron grabadas indelebles en nuestra memoria.
Es por ello que durante el
temblor del pasado lunes 7 de julio, mientras los que vivimos el ´85 nos
paramos con angustia, los más jóvenes gritaban desde su cama que ya iba a
pasar, que todo estaba en orden y que, además, todavía faltaba para que sonara
el despertador, y al menos una madre me confesó sus ganas de “ir a pepenar del
pelo” al imprudente de su hijo para ponerlo a salvo.
Respecto a las
transformaciones que generó el levantamiento armado del ’94, puede existir una
gran polémica. Los hay quienes dicen que nada ha cambiado, sobre todo si se
observan las condiciones materiales en que viven indígenas no sólo de Chiapas,
sino del país entero. Otros dicen que el cambio ocurrió y sigue sucediendo. Considero
que las condiciones sociales de las comunidades indígenas chiapanecas sí ha
cambiado, que no sea suficiente es otra cosa, pero quienes conocimos esta
región antes de la aparición del EZLN, sabemos que la situación actual es mucho
más favorable respecto a la que existía.
Me sentí un abuelo sabio charlando
estos temas que para ellos son historia, narraciones casi ficcionales de antes de
que comenzara su existencia. Estaba por contarles cómo nos sorprendió la
fractura de la Unión Soviética, cuando llegó a pedirles ayuda uno de sus
amigos.
Es un joven chiapaneco que se
ha dedicado a fabricar zapatillas para caballeros, ya que algunos hombres que
suelen usar ese tipo de calzado, se encuentran con que el pie femenino es más
estrecho y, por lo tanto, andan por la vida con zapatos muy incómodos.
El punto era que él iba a
presentar sus creaciones en un desfile de modas en Tuxtla Gutiérrez y
necesitaba la ayuda de algunos hombres para modelarlos, pues su objetivo, según
nos explicó, es romper con el tabú de que ese tipo de calzado es de uso
exclusivo de mujeres.
Por supuesto que yo, hombre
nacido en el siglo pasado, escondí mis pies e hice alusión a unos juanetes
marca “destroyer” que rompen incluso las hormas de metal, lo cual espantó al
diseñador en ciernes.
Cabe aclarar que no fui el
único que puso resistencia. Uno de los más jóvenes dijo que no iría porque
corría el riesgo de que lo consideraran gay, a lo que el diseñador respondió
que no se necesita serlo para usar algunos implementos, pero que sí se requiere
tener mucha seguridad personal para que no nos importe lo que los demás digan
de nosotros.
Contrario a mis
expectativas, amigos y familiares
varones de este chico se aprestaron a modelar las zapatillas, y se
fueron al desfile con la intención de cambiar la forma en que se escriben
algunas líneas de nuestra historia.
Con honestidad les digo que mi
mentalidad anticuada no dejó de sufrir un shock ante esa experiencia, aunque sí
tuve los arrestos para intentar comprenderla, escribirla y para aceptar que si a
estos jóvenes puedo contarles un poco sobre el pasado, ellos con su actuar me
están narrando cómo construyen este presente.
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