Cotidianidades... 41

17/febrero/2014


Cotidianidades…
Esto de estipular una fecha para festejar el amor y la amistad, ha generado varias transformaciones en nuestros ritos sociales más cotidianos. Cómo habrán cambiado las cosas, que si bien antes se decía que “el amor está en el aire”, ahora podemos encontrarlo en las vitrinas de las tiendas, en mesas puestas a última hora en el garaje de cualquier casa y hasta flotando de la mano de varios globeros.

Honestamente, la mayoría de las veces se tratan de artículos efímeros, y que van desde el ramo de flores con forma de poodles o patitos, hasta chocolates y pasteles tan azucarados que convierten en diabéticos a varias personas en un solo día. Ah, y corazones, montones y montones de corazones de los más diversos materiales y con frases tan simples que, en nuestro sano juicio, nunca se nos ocurriría decir, pero que el 14 de febrero regalamos con una sonrisa enorme.

Tal vez mención aparte merece que en estas épocas, aprovechando la fecha, se anuncien por radio juguetes que no están dirigidos a los infantes, pero que pueden terminar por traernos muchos niños al mundo. Imagínense mi cara cuando, en medio del tráfico insoportable, un sobrinito me preguntó: “¿Cuál será ese juguete erótico del que están hablando? ¿Me prestas tu celular para llamarlos y que me anoten en la rifa?”

El que ironice sobre lo anterior, no implica que no le entre a dichos rituales y a la mercadotecnia detrás de ellos. Navegar contracorriente, por lo general, puede provocar reclamos de su pareja durante un año, es decir, hasta el próximo 14/02, cuando tendrá un día del amor nuevecito para resarcir su apatía y esconder el espíritu rebelde del año anterior.

Si bien no suelo dar consejos —quién soy yo para darlos—, en esta ocasión me atreveré a esbozar una serie de sugerencias que no tienen otra finalidad que la de abonar a la paz interior y el equilibrio emocional de quienes se atrevan a leer estas líneas.

Para empezar, es muy seguro que su pareja, novi@, espos@, concubin@ o como le llame, unos días antes diga con voz firme: “a mí eso del 14 no me va, yo quiero que el amor me lo demuestren a diario y no con detallitos ese día”. Mi primera sugerencia es: no le haga caso, ignore estas afirmaciones, son una gran mentira, una trampa, y si se fija bien en la mirada del que habló, verá cómo es evidente por dentro están diciendo: “ándale desgraciado (o desgraciada, por aquello de la equidad), nomás no te atrevas a traerme algo, así sea un méndigo chicle o un chocolatito, ya vas a conocerme jijo de tu…”

Bueno, pues incluso ahí hay otra gran mentira muy usada, y es la de aseverar que “con un chocolatito”, “un detallito”, “una florecita que cortó en el camino”, es suficiente. De verdad, créanme, y si no me creen, nomás pongan atención a su alrededor, un regalo de ese tipo no alcanza para tapar la boca ni satisfacer requerimientos de cariño. Lo único que logramos es saltar a otra etapa de reclamo, que incluye expresiones como: “que ya este triste chocolate me trajo, como si no supiera que estoy a dieta”, “míralo, una flor cortada quién sabe dónde, es un(a) miserable”.

Por cierto, para festejar esta fecha, lo primero que debe comprar es algo para usted. Me refiero a tés de doce flores, de tila o de plano un Dalai, porque ese día el tráfico se pone imposible, en los restaurantes desbordados nadie se da abasto para atender, todos los cafés de la ciudad no alcanza para tanto enamorado, y las colas para entrar al motel llegan hasta la iglesia más cercana. Tanto alboroto no debe inmutarlo, y aquí entra otra sugerencia: practique desde diciembre a mantener la sonrisa a pesar del caos. Es más, no espere a diciembre, comience este marzo para estar preparado el próximo año.

Después de haber pasado horas en  el tráfico —con un calor que derritió los chocolates, desinfló el globo acorazonado y marchitó las flores—, de un servicio lento y malo en el restaurant, de haber recibido comida quemada o cruda, y de aguantar la cara de fastidio de su pareja a tantos malos ratos, es muy posible que él o ella diga con voz estentórea: “¡Nunca más algo así! ¡El año próximo nos quedamos en casa!”

Obvio, no le haga caso. El día del amor y la amistad llegó para quedarse, sobre todo porque al menos durante un día estimula las relaciones, invita a la integración y hace sonreír a comerciantes de cualquier cosa a la que se le pueda pegar un corazoncito encima. Usted dígale que está de acuerdo y prepárese para un show similar dentro de doce meses.

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