Cotidianidades... 3

23/abril/2013

Cotidianidades…

—¡Eres una incongruente!—, le gritó un muchacho a su probable novia en la Plaza del Sol. Por supuesto que los ahí presentes pretendimos no haber escuchado tan desgarrador grito, aunque, para hacer uso de nuestra respectiva incongruencia, al poco rato usamos movimientos nada naturales —a pesar de que todos creamos que lo son, no es nada natural rascarse detrás de la oreja mientras se gira la cabeza lentamente para espiar de reojo— y volteamos a ver a los actores de ese espectáculo callejero que segundos antes negamos atestiguar.

Quizá este joven incomprendido se quejaba de que lo dicho por la dama objeto de su reclamo, no tenía qué ver con sus acciones. Ahora, echando mano de los supuestos, podríamos presumir que su protesta tenía un fondo más intrincado e incomprendido, pues algunas personas piensan de una manera, hablan con un sentido distinto a lo pensado y aún actúan de un modo que nada tiene que ver con los dos procesos anteriores. Entre las distintas razones a estos enredos personales, me atrevo a sugerir una explicación: el pensamiento responde a la lógica; el habla a las intenciones y los deseos; y el accionar al instinto.

Si bien solemos encontrarnos a personas incongruentes en nuestra cotidianidad, no se puede negar que todos podemos caer en tan lamentable situación, aunque a veces se necesite años para que el hecho quede en evidencia.

Tanto seres humanos como países pueden vivir y expresar alguna incongruencia, pero se debe tener cuidado de no confundirla con las artimañas. Un ejemplo de ello puede ser el gobierno de nuestros estimados y nunca lo suficientemente bien ponderados gringos. Mientras vociferan contra las drogas y piden con llanto y moco que los latinoamericanos detengamos tan detestable contrabando, en algunos de sus estados legalizan el uso de la mariguana para fines recreativos, distintos productores han comenzado a organizarse para —sin faltar a la ley— crear cooperativas que incentiven plantíos a gran escala, y además invitan a los productores de National Geographic a realizarles un documental, donde le cuentan al mundo que ellos no son míseros narcotraficantes, sino personas bondadosas preocupados por el bienestar de los hasta ahora discriminados drogadictos.

Es interesante ver como ya están preocupados por tener cultivos orgánicos de mariguana, por la necesidad de investigar métodos adecuados para mejorar la producción y por tener sistemas eficientes de comercialización y distribución legal.

Mientras tanto en México, en congruencia con la petición de nuestro vecino, destruimos los plantíos, encarcelamos a especialistas en cultivo en laderas, acabamos con elaboradas redes de distribución, terminamos con la fuente de ingreso de cientos de poblaciones y dejamos a varios miles de familias con el dolor de tener al menos a un familiar muerto en situación de violencia relacionada con el narcotráfico.

Los gringos no son incongruentes, sólo son astutos. Nos están pidiendo que destrocemos nuestra capacidad de cultivo y que confinemos o matemos a especialistas con el “know-how” suficiente como para hacer de ésta una industria internacional, mientras ellos se preparan para legalizar lo que ahora dicen que les espanta y se disponen a convertirse en exportadores de lo que hasta este momento importan.

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