Cotidianidades... 32
03/diciembre/2013
Cotidianidades…
Fue vergonzoso. En días pasados el Congreso
Local del Estado de Chiapas aprobó la última cuenta pública del exgobernador
Sabines, quien gastó muchísimos millones en fantasías de engaño, evitó a toda
costa construir una obra de gran magnitud —no fuera a ser bien usado el dinero
público— y dejó una deuda que algunos calculan en 40 mil millones de pesos, la
verdad es que no se conoce la cifra exacta. No sólo despilfarraron o se
llevaron lo que había, sino hasta lo que esperaban hubiera en el futuro.
Antes de que terminara
noviembre, 27 de los 30 diputados locales ignoraron un informe de la Secretaría
de la Función Pública, en el que se denuncian irregularidades en el uso de casi
1, 100 millones de pesos durante el gobierno anterior y, en algo así como media
hora, le dieron vuelta a esa página de la historia, aprobaron la cuenta pública
y a seguir la pachanga que ellos sí pueden pagar con sus sueldos cubiertos con
nuestros impuestos.
Sabines y su gavilla de
ladrones pueden quedarse de lo más tranquilos donde quiera que estén, porque
nadie los habrá de perseguir.
Por su etimología, la
palabra diputado se refiere a alguien elegido, evaluado y destinado para
representar al pueblo. Es evidente que no hay manera en los diputados actuales
pueden ser considerados representantes de ningún pueblo. En primer lugar porque
muchas veces son seleccionados de formas oscuras dentro de los partidos
políticos, y luego porque a la hora de votar por ellos, ante una caballada tan
flaca, terminamos eligiendo la opción menos mala, al no tan peorcito —amén de
que nos impongan a plurinominales
salidos de quién sabe dónde—, aunque después sea evidente —como en este caso—
que casi no importa a quién le hayamos dado el voto, la mayoría se ocupará
exclusivamente de sus intereses personales y en el mejor de los casos de los
intereses de su partido.
Con acciones como ésta los
diputados locales chiapanecos han demostrado que sólo son rufianes dispuestos a
llevarse el mayor botín posible y con el acuerdo tácito entre ellos de cubrir
sus fechorías a como dé lugar. Definitivamente, a mí no me representan.
Cabe la posibilidad de que
quizá la situación no sea tan mala y se yo quien ve las cosas desde una
perspectiva fatalista en tanto fui educado a la antigua. A mí, por ejemplo, me
enseñaron que existían palabras como honor, vergüenza, solidaridad, bien común
y ética. Muchos me dirán (entre ellos los 27 diputados) que esas “malas
palabras” no te dan para comer, yo les respondería que si se tragaran todo lo
que se están echando a la bolsa, morirían indigestos. Además de vilipendiados y
en la deshonra.
Pero además no soy el único
que sigue creyendo en los valores morales y humanos que antes mencioné, a mí
alrededor veo a personas honradas, entregadas cotidianamente a sus trabajos,
con sueños, aspiraciones y ganas de mejorar. Es gente buena, preocupada por
pagar las cuentas y con la ilusión de que las generaciones que están ayudando a
crecer tengan un mejor futuro.
Tampoco ellos están siendo
representados por los políticos encumbrados de este momento, ni en el ámbito
local ni en el federal. Es más, seguro estoy que esta situación y sensación que
señalo en Chiapas, es comprendida desde la vivencia por distintas personas de
varios otros estados de la república.
Ya va siendo hora de que
cambiemos esta partidocracia y la formas de elección seudo popular en la que
vivimos, pues dadas las condiciones actuales, así como habría sido irracional
dejar a la iglesia católica en manos de Lutero, ahora es un terrible error dejar
los destinos de nuestros estados y del país en las manos de los diputados que
tenemos.
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