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Mostrando entradas de octubre, 2014

Cotidianidades... 75

20/octubre/2014 Cotidianidades… Resistí las miradas de desprecio, aguanté los comentarios hirientes de mi esposa, los chistes de familiares y amigos y hasta los trillados letreros de siempre sobre el parabrisas enlodado. Había decidido no lavar el auto a pesar de algunos días soleados de octubre, bajo el convencimiento “supersticioso” (como se atrevió a llamarlo la dueña de mis quincenas), de que apenas terminara, una lluvia otoñal e irónica lo volvería a ensuciar. Debo confesar ante ustedes que mi postura fue insostenible cuando descubrí a mi hijito armando figuras de barro sobre el cofre. Él, casi un bebé, con su acto escultórico resultó ser el más cruel desde su inocencia y hasta sonrió feliz en medio de la travesura. Sintiendo la derrota sobre los hombros, en un último momento opté por no claudicar sin presentar una última batalla y tomé una decisión final: el auto se lavaría, pero no iba a encargarme directamente de esa tarea. Pagaría para que lo hicieran otros. —Creo que

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13/octubre/2014 Cotidianidades… Déjenme presumirles que tengo una sobrina encantadora, quien a pesar de tener sólo once años, ya pinta para tocar el arpa como los ángeles, disfruta mucho la lectura y además adora a la quincuagenaria Mafalda. Hace poco anduvo de visita por estas tierras y juntos nos sentamos a ver algunas tiras de Quino, ella me mostró sus preferidas, yo se le señalé alguna que podría gustarle y entonces me topé con una que si bien ya conocía, ahora la comprendo más. En la imagen se ve a Mafalda observando el aparador de una tienda, donde están apretujados y muy sonrientes varios muñecos. La niña los observa, luego voltea a ver a su alrededor y, palabras más o menos, les dice: “ustedes saben algo y no nos lo quieren contar”. Si bien cuando leí por primera vez esa tira me pareció simpática, ahora, si volteamos a ver las distintas situaciones que nos circundan, no me quedó más que reinterpretarla, pues de pronto me he descubierto preguntándome si en México se pu

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06/octubre/2014 Cotidianidades… Un domingo cualquiera, la mayoría de las personas suelen permanecer un rato más en cama y olvidarse de las prisas y el estrés. Los que somos pobres de tiempo disfrutamos del placer de levantarnos despacio, desayunar tranquilos y estirar las piernas bajo la mesa en lugar de salir corriendo tras la combi o para subirnos al auto con el que habremos de encarar el tráfico. Los domingos por la mañana son tan especiales, que hasta los más pequeños permanecen un ratito más en silencio, como dándonos permiso a los más viejos para disfrutar de la paz. Uno sabe que esos momentos no son de larga duración, incluso lo más probable sea que antes del mediodía haya que arreglarse para ir a comer a casa de los abuelos, ir al súper o terminar con aquellos pendientes que se pueden volver un terrible obstáculo en los avatares cotidianos. Pero aún ése es un trajín de corta duración, porque en la tarde suele volver la calma para instalarse con tanta pesadez, que no

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30/septiembre/2014 Cotidianidades… Cada ciudad, pueblo y colonia suelen tener algún ser que, de tanto ir y venir por las mismas calles todos los días, se vuelve parte del paisaje y llegan a tener un lugar importante en el folclore local. Por supuesto que ese lugar no es exclusivo para las personas, hay animales como los perros que “Cortesianamente” se ganan su libertad sin atar a otros, y que suelen vivir entre sobras de alimentos, el cariño de los más pequeños y las miradas de desprecio de los adultos. Quienes también suelen hacerse de un espacio en la historia popular son los vendedores. A veces por sus gritos emblemáticos, en ocasiones por su buen trato, se van ganando el recuerdo y dejan impresas sus huellas en el alma de las avenidas que recorren una y otra vez. Recuerdo una tarde en la casa de la tía Ame en que reinaba un ambiente de luto. Alguien llegó con la noticia de que “El Juchi”, vendedor de nieves sempiterno, había fallecido. Entre varios de los presentes se

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23/septiembre/2014 Cotidianidades… Para un hombre casado, con hijos pequeños y comprometido con su familia, a veces resulta complicado echarse al sofá para, por ejemplo, ver un partido de fútbol americano. Sin embargo, gracias a los dioses chiapanecas y la complicidad de mi esposa, el domingo pasado por fin creí tener tiempo para ver la tele yo solito y sin ruidos. No habían dado la patada de despeje cuando sonó el teléfono. Una amiga me pedía como favor llevarla al otro lado de la ciudad para entregar un regalo. —¿Tiene qué ser justo ahora? —le pregunté viendo triste hacia el televisor. —Sería lo mejor —respondió ella. Estaba por ofrecerle pagarle los taxis, cuando se me adelantó diciendo que era de suma importancia que la acompañara. No hice berrinche porque no había quien lo viera. Para quienes no viven en Tuxtla y para muchos que trabajan en el gobierno (quienes parecen vivir en una realidad aparte), les cuento que gracias a muchas y mal planeadas obras públicas, l

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16/septiembre/2014 Cotidianidades… Para mi familia, como para muchas otras familias mexicanas, la noche del grito de independencia se ha convertido en motivo de reunión y reencuentro con quienes gracias a las distancias, el tráfico desquiciante y el ir y venir cotidiano, no podemos siquiera saludarnos como lo deseamos. Así algunos —casi siempre los más generosos y queridos— se preparan con el pozole, otros muy atentos se disponen a llevaren alguna botana, los golosos se preocupan por los postres y los más borrachos piensan en las bebidas, el punto es que cada quien recurre a sus gustos y posibilidades para que entre todos construyamos una noche especial, en la que echamos mano de nacionalismo como un artificio o motivo para regalarnos cariño. En esta ocasión mi esposa se lució con una ensalada de camarón y yo fui a comprar un pie de guayaba que nomás de verlo invitaba a la gula. Antes de las diez ya estábamos enfundados en trajes regionales y bastante listos para la fiesta, cua

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08/septiembre/2014 Cotidianidades… El juego parecía sencillo y por eso acepté jugar con esos niños, el punto principal consistía en enunciar una época que me habría gustado conocer. Cuando todos juntos me dijeron que yo tenía el primer turno, debí haber comenzado a sospechar, pero con la ingenuidad con que nos vestimos los adultos ante los infantes, sonriendo les confesé que sería feliz si pudiera viajar por el tiempo para conocer en el momento de mayor esplendor al pueblo mexica. —O sea que mucho no crees en la democracia —me dijo uno de los párvulos, por cierto, con  gesto inquisidor. Iba a preguntarle el origen de su razonamiento, cuando fui atajado por una niña de doce años. —Como quien dice, a ti no te importa mucho que hayan agarrado de estacionamiento el zócalo, total, lo ordenó el gran tlatoani. —Tiene razón mi tía —dijo un sobrino—, eres igual que todos. Hasta ese momento comencé a comprender el error de mi elección histórica. Resulta que los tlatoanis —y es

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01/septiembre/2014 Cotidianidades… La temporada de lluvias suele traer, además de bendiciones para el campo, cambios en el clima que pueden representar enfermedades respiratorias. Algunos piensan que los resfriados comienzan con las mojadas en la calle; los médicos dicen que si las personas están encerradas en una misma habitación —como ocurre cuando llueve—, los virus se propalan con más facilidad; y una amiga indígena explica que el verdadero problema está en que la gente de la ciudad “es como pollo de granja y con cualquier airecito se enferma”. A la casa quien llegó tosiendo fue mi hijo y yo espeté sin pensar: —Seguro lo contagiaron en la escuela. A lo que un tío, con su ancestral sabiduría, contestó: —Deja de andar buscando el origen, mejor ocúpate de no contagiarte, porque a los viejitos y a los enfermos, todos los quieren regañar. —Ya estoy grandecito para permitir esas cosas —le dije sonriendo. Aunque intentamos explicarle algunas normas a mi hijo, a sus do

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25/agosto/2014 Cotidianidades… El fin de semana pasado fui invitado a tomar un café por un grupo de jóvenes interesados en la política, quienes realizan actividades específicas en sus respectivos partidos y ya se están preparando para las elecciones municipales del próximo año en Chiapas. Eran cuatro hombres egresados de buenas universidades, con estudios de posgrado y conforman —así dijeron— una nueva ola de “jóvenes que quieren cambiar el rumbo de las cosas”, por eso, a pesar de pertenecer a partidos distintos, pueden sentarse a departir alegremente como en el brindis del bohemio. Se me ocurrió preguntarles por qué no había mujeres en el grupo, y en respuesta esgrimieron varias bromas típicas del machismo añejo, para luego preguntarme si qué estrategias me parecían pertinentes considerar en la planeación de una campaña política. Con aire de “escuchen párvulos y aprendan”, tuve la ocurrencia de invitarlos a conocer las necesidades del electorado, identificar rutas que pueda

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18/agosto/2014 Cotidianidades… Creo que iba en el último año de primaria cuando mi padre observó que las tardes me las pasaba haciendo nada. Por supuesto que argumenté que jugar con mis amigos de la colonia era más que nada, se trataban de aventuras dignas de mejores películas que las de “Lola la trailera” (cuya protagonista, junto con Jorge Muñiz, acaba de recibir un Doctorado Honoris Causa en la Cámara de Diputados, supongo que por su enorme aporte a la cultura nacional). Mi padre no se dejó convencer por mi palabrerío, por mayoría de votos (mi dos padres a favor, yo en contra) fui inscrito a la escuela de música, y por unanimidad decidimos que aprendería a tocar guitarra. Antes de tomar la primera clase imaginaba que en un par de semanas ya andaría imitando al requinto de los Panchos o al mismísimo Chamín Correa, o que en una de esas descubría que en mi vida pasada fui español, hacía resucitar mi espíritu flamenco y le quitaba la chamba a Paco de Lucía. Pronto descubrí qu

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13/agosto/2014 Cotidianidades… Resulta que sumando a todos los habitantes de Argentina hasta Alaska, no llegamos a ser más que tres cuartas partes de la población China. Claro que los primeros en darse cuenta de que eran muchos fueron los mismos chinos, y hace algunas décadas decretaron que cada pareja sólo podía tener un hijo, así esperaban que su población decreciera. Y lo lograron (para que el número de habitantes de un país se mantenga estable, cada pareja debería tener, en promedio, 2.3 hijos), sólo que los promotores de esa idea no calcularon todas las consecuencias que su decisión podría tener. Por ejemplo, ahora hay hijos únicos de padres que a su vez son hijos únicos, y de esa forma las familias se conforman por cuatro abuelos, dos padres y un pequeñín, que es el feliz dueño de las atenciones y depositario de los recursos y sueños de los primeros seis. Estos chiquitines orientales, consentidos a más no poder, han dado origen al Síndrome del Pequeño Emperador (juro