Cotidianidades... 75
20/octubre/2014 Cotidianidades… Resistí las miradas de desprecio, aguanté los comentarios hirientes de mi esposa, los chistes de familiares y amigos y hasta los trillados letreros de siempre sobre el parabrisas enlodado. Había decidido no lavar el auto a pesar de algunos días soleados de octubre, bajo el convencimiento “supersticioso” (como se atrevió a llamarlo la dueña de mis quincenas), de que apenas terminara, una lluvia otoñal e irónica lo volvería a ensuciar. Debo confesar ante ustedes que mi postura fue insostenible cuando descubrí a mi hijito armando figuras de barro sobre el cofre. Él, casi un bebé, con su acto escultórico resultó ser el más cruel desde su inocencia y hasta sonrió feliz en medio de la travesura. Sintiendo la derrota sobre los hombros, en un último momento opté por no claudicar sin presentar una última batalla y tomé una decisión final: el auto se lavaría, pero no iba a encargarme directamente de esa tarea. Pagaría para que lo hicieran otros. —Creo que...