Cotidianidades... 199

De niño no me gustaban los juegos de rondas, no entendía qué podía tener de divertido gritar “¿Lobo estás ahí?”, y mucho menos sentido le encontraba al juego de “Juan Pirulero”, ese en el que cada quien atiende su juego.
Creí que ya había dejado esas épocas atrás y que no había manera de volver a encontrarme con Juan Pirulero. ¡Mentira! Ahí sigue, nada más que modernizado y con dos grupos de participantes claramente diferenciados; por un lado la mayor parte de la ciudadanía, y por el otro aquellos que dicen manejar el poder (aunque luego quede claro que ni eso pueden).
Es así como el presi Peña, por ejemplo, declara que las redes sociales “a veces son muy irritantes”. Ni que fueran chiles, pensé en un primer momento —y acá entre nos, para devolverle un albur del pasado—, nada más que casi de inmediato comprendí que se refería a que las personas comunes y corrientes suben (subimos) a Internet aquello que nos acontece en el día a día, como comparar recibos de gas y gasolina, grabar a delincuentes actuando con desparpajo en las calles, quejarnos de balaceras en nuestras ciudades y, ¡blasfemia!, pedir cuentas por casos como Odebrecht, los desvíos de recursos en Chihuahua y la nunca olvidada Casa Blanca.
Y para dejar más claras las diferencias, poquito después de esa declaración canceló un viaje que tenía planeado a Tamaulipas, esto debido al clima de inseguridad que reina en ese estado y que, ternurita, podía ponerlo en peligro. Es evidente que él no puede andar en medio de batallas a balazos, que el juega por su lado, ahí que vea la población cómo resuelve su vida diaria, nomás que sin guaruras ni autos blindados.
Ahora, si de Tamaulipas nos vamos Chiapas, nos encontraremos con que por un lado estamos viviendo una lucha política por las candidaturas al gobierno del estado como hace rato no veíamos. Ya no se sabe quién va a ser el ungido de los principales grupos políticos, pues entre ellos se sacan las uñas, se muestran los dientes, amenazan con el abandono conyugal y salen a las calles con los bolsillos cargados de dinero —de origen poco claro— para demostrar a cuántos acarreados pueden pagar. Mientras tanto —aquí mismo pero sin que los primeros se den por enterados— sigue el conflicto en Oxchuc que ya dejó varios muertos, hubo una balacera también con muertos en Chilón, no se resuelve el problema entre Chenalhó y Chalchihuitán —donde también hubo muertos—, y la sociedad en general vive bajo la angustia que provoca la inseguridad que crece a un ritmo galopante, y que nos ha significado feminicidios, homicidios, robos constantes y la sensación de que no se puede vivir tranquilos.
Por cierto, entre los suspirantes a la candidatura para ser gobernador está el presidente municipal tuxtleco, Fernando Castellanos, quien después de acceder a su cargo a través de una elección con las trampas más cínicas y desvergonzadas que yo recuerde, ha terminado de sumir a la capital del estado en un caos que comenzó al menos hace cuatro trienios, y que se puede observar en las calles destruidas y sin alumbrado, en los frecuentes ríos de aguas negras con que nos tropezamos en el andar cotidiano, en la falta de seguridad incluso en las calles que rodean a la presidencia y en un largo etcétera que los tuxtlecos vienen acumulando en su contra.
Pero él, entretenido en negociar que le den “aunque sea pa’ Senador”, finge no darse cuenta de nada de lo anterior, y al igual que diputados, senadores, líderes de partidos, el gober y el presidente, están atendiendo otro juego muy distinto al que usted y yo vivimos diariamente, y ni en broma consideran bajar a nuestra realidad, porque, usted disculpe, puede ser peligroso.
En verdad, sigue sin gustarme el juego de Juan Pirulero.
Hasta la próxima.

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