Cotidianidades... 151

Cotidianidades…
Debí ir al supermercado apenas este lunes y después de elegir unos pocos productos me dirigí a la zona de cajas. Ahí vi a unas tres o cuatro personas alrededor de un niño tirado, que además de gritar y llorar, se golpeaba la cabeza contra el suelo.
La mamá no sabía si levantar al escuincle, pedir disculpas por el ruido que provocaba o ceder a los deseos de su querubín, con tal de que éste dejara de azotar su cerebrito y no fuera a terminar con cara de Secretario de Educación.
Yo imaginé cómo habría corregido a ese niño de ser mi hijo. Con seguridad habría seleccionado un método poco socrático, es decir, lo levantaría del bracito para darle dos sonoras nalgadas, bajo la conciencia de que las células en las pompas se regeneran, mientras que el daño a las neuronas puede resultar irreversible.
Intenté pasar de largo con gesto de señora fresa que pretende no reconocer a las amigas pobres de la primaria, pero justo en ese momento ocurrieron dos situaciones casi simultáneas: un señor le sugirió a la apesadumbrada madre que ignorara al niño, total, el berrinche ya se le iba a pasar; y la dueña de mis quincenas me llamó para avisarme que debido a los bloqueos del magisterio y por seguridad, decidió no regresar esa noche de San Cristóbal de Las Casas a su humilde hogar, porque además al día siguiente debía “subir” de nuevo a esa ciudad (entre Tuxtla y San Cristóbal hay una diferencia de altitud de casi 1700 metros).
De hecho, su estancia por aquellas altas, frías y bellas tierras se ha ido extendiendo, al tiempo que las consecuencias del bloqueo de los profesores adscritos al CNTE comienza a tener consecuencias negativas en la población, y cada vez hay más voces que se oponen al movimiento magisterial por lo que han dado en llamar “daños colaterales”.
Entre esos daños colaterales estuvo una amiga que se sintió secuestrada en el aeropuerto tuxtleco, no podían llegar por ella, no se sabía por dónde o cómo pasar, y le resultaba muy difícil encontrar un trasporte público honesto que la acercara a su hogar. En cualquier caso ella es bastante joven y está sana, pero en la misma situación se encontraban personas de la tercera edad así como enfermos.
También han sido afectados por este daño colateral, muchos microempresarios, comerciantes, vendedores, profesionistas y transportistas que de pronto han visto interrumpidas las posibilidades de llevar a cabo sus actividades, con el desconcierto, frustración y enojo que esto conlleva.
De aquellos que viven del turismo mejor ni hablamos. Ven venir un invierno en pleno verano por una situación comprensible, ¿quién quiere viajar a un destino paradisiaco, si va a quedar varado en la terminal de camiones o en el aeropuerto?
Ahora, además, y gracias a cierta sicosis generalizada, hay desabasto de gasolina, en las carreteras hay tráileres con productos que no pueden llegar a su destino, en ocasiones echándose a perder, y al mismo tiempo pequeños productores quedan encerrados en sus ciudades, sin posibilidades de distribuir sus mercancías fuera de ellas.
Esto, sin embargo, es el comienzo del caos. Si no se reactiva la circulación por las vías de comunicación, las consecuencias económicas serán terribles, y esto, desde mi perspectiva, conlleva mayores problemáticas sociales, incluida el aumento de la violencia en la casa, en la calle, en el trabajo.
Creo que a veces vemos nada más a las personas frustras, enojadas, quejándose en las redes sociales, pero nos olvidamos que muchos de ellos quizá no puedan dormir preguntándose de dónde van a sacar el dinero para la comida del día siguiente, para pagar las deudas, para no quedarse sin luz ni agua, o al menos para pagar el trasporte al trabajo. Y aunque mañana mismo se reactiven las comunicaciones, el daño ya está hecho, y difícilmente se recuperará lo perdido.
El daño a la educación por el paro de actividades y a la economía por el bloqueo de carreteras, no son daños colaterales, sino una afectación severa que va en detrimento de las condiciones de vida de la población en general.
Podemos estar de acuerdo o no con el movimiento, podremos o no coincidir en que ellos son los únicos por ahora que de manera más o menos coordinada levanta la voz contra este gobierno que no se ocupa de nuestros intereses, pero creo que también somos muchos quienes pensamos que se deben buscar métodos de protesta que realmente preocupen a las autoridades y no le peguen de manera tan dura a la población.
Porque mientras acá estamos sufriendo y vamos a tardar en recuperarnos, Peña Nieto sale a trotar por las calles de Canadá y Osorio Chong —me imagino— en la noche se echa un coñac —o la bebida que usted quiera— para relajarse antes de dormir, y si por casualidad alguien les pregunta qué está pasando en Chiapas y Oaxaca, no dudo que respondan: “No es nada, déjenlos. Sólo se trata de un berrinche. Ya se les va a pasar”.

Foto: Milenio.

 

 

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