Cotidianidades... 115
17/09/2015
Cotidianidades...
Cotidianidades...
Un par de años atrás recibí una llamada del
CONECULTA Chiapas, en la que se me invitaba a formar parte de la Comisión de
Planeación del Programa para el Estímulo y Desarrollo Artístico (PECDA) en el
estado.
Se trataba de un cargo
honorífico —como quien dice, sin paga a cambio— en una comisión conformada por
artistas de distintas disciplinas, quienes a nombre de la sociedad, daríamos
seguimiento y evaluaríamos dicho programa. La propuesta me resultó interesante,
pues era un modo de participar de manera activa en un proyecto destinado a
impulsar el trabajo —sobre todo— de jóvenes artistas. Así que acepté y le
entramos con todas las ganas y la poca experiencia que pudiera tener.
Desafortunadamente hubo un
cambio de Dirección, y el timón de ese barco cultural comenzó a dirigirse a
quién sabe dónde. En el caso del PECDA, al parecer este año naufragó, y digo al
parecer, porque ninguna autoridad del CONECULTA le ha informado a esa Comisión
si va a echarse a andar o no, y tampoco se han tomado la molestia de responder
a correos electrónicos en los que les preguntamos sobre el tema.
Con un montón de desencanto
y bastante indignados, los representantes de la sociedad que pertenecíamos a esa
Comisión de Planeación, decidimos renunciar, en tanto el cargo dejó de ser
honorífico para ser de ornato, amén de que consideramos que con sus actos y
omisiones, mostraron desdén y desinterés, no sólo a nosotros, sino al mismo
desarrollo del arte en el estado.
Traigo este asunto a colación,
porque es un reflejo del distanciamiento que existe entre los distintos órganos
de gobierno y la población a la que dicen gobernar y servir, y no sólo en el
estado, sino en los distintos ámbitos de gobierno.
Por ejemplo, pareciera una
burla el que el Presidente de México nombrara al desprestigiado Arturo Escobar
como subsecretario de participación ciudadana de la Secretaría de Gobernación, y
quien como representante del partido Verde, violó la ley reiteradas veces en
las pasadas elecciones.
Pero en realidad no es una
burla solitaria y triste, porque si uno amplía el panorama, entonces descubre
que más bien se trata de un sketch completo, nomás que con tintes macabros.
¿Cómo si no, puede entenderse que Juan Sabines Guerrero sea representante de
México en el extranjero? ¿O que una señora como Carmen Salinas sea diputada
federal? ¿O que el encargado de evaluar si hubo conflicto de intereses en las
casas de La Gaviota y de Videgaray, fuera un colaborador del Presidente?
Ojalá todo terminara ahí.
Las tristezas y las angustias se profundizan, cuando recordamos a los 43
estudiantes que junto a otras miles de personas, han desaparecido. La
impotencia crece enorme, al enterarnos de amigos y familiares que son
asesinados de forma injusta y aún son declarados delincuentes o sicarios,
cuando en realidad son víctimas; el
dolor se vuelve indescriptible, cuando recordamos a decenas de niños y varios
abuelitos que murieron quemados en una guardería y en una casa geriátrica.
En la base de este caos
político y social que estamos viviendo, se encuentran la corrupción y la
impunidad, mezcladas como si fueran una sola, como si al combinarlas pudiéramos
conformar un nuevo vocablo que describa en origen de tantos males y que, al
igual que un virus, recorre en franco carnaval la sangre de muchas personas y
va contagiando a otras tantas, de tal forma que ni siquiera se necesita un
puesto público, tan solo basta una camioneta, por ejemplo, para hacerle
entender a los demás que deben hacerse a un lado cuando yo quiero pasar.
La metáfora más clara de la
distancia que hay entre el gobierno y el pueblo, las podemos ver en las
barricadas que se montan en los eventos que antes eran públicos, y a los que
ahora, para poder entrar, debe demostrarse su adhesión al gobernante o su
necesidad de las dádivas de hambre que reparten.
Ahora, mientras escribo
estas líneas, el parque central de Tuxtla Gutiérrez está resguardado por
láminas de más de dos metros de alto. Dicen que además habrá muchos policías
federales, dicen que sólo los acarreados que porten unas pulseritas especiales
podrán pasar a ver el espectáculo “calma ánimos” de Julión Álvarez, dicen que
el ánimo de estos gobernantes contemporáneos ya no necesitan del verdadero
apoyo popular, pues con fotos tomadas a escenarios montados por ellos mismos,
les alcanza para decirse en las noches: “no escuches a la prole, todo está bien
y seguirá mejorando”. El problema es que todo a su alrededor parece ir en
picada y ellos no alcanzan a darse cabal cuenta de esto. Ojalá me equivoque.
Hasta la próxima.
Hasta la próxima.
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