Cotidianidades... 146

Cotidianidades...
Ahora con la reducción en los ingresos que están teniendo aquellos negocios que no tienen componendas con el gobierno (es decir, la inmensa mayoría), me he encontrado con que distintos familiares, amigos y hasta gente con la que eventualmente tengo alguna conversación, están considerando un cambio de trabajo, un nuevo giro de negocios o dedicarse a otros oficios de los que nada saben, pero que consideran son más redituables que su actual actividad.
      Es así como el abogado comienza a echarle el ojo a poner una taquería, el taquero se lamenta por no tener una concesión de taxi, el taxista –que cada vez sufre más para cubrir la cuenta- sueña con ser el patrón, el patrón piensa que las ganancias está en las refaccionarias y los dueños de éstas mandan a sus hijos a la escuela con el discurso de que, si quieren ser ricos, deben estudiar leyes (además, ya como licenciados y sin importar la calidad de sus estudios, ¡se pueden convertir en políticos y asegurar la economía de hasta tres generaciones!).
     Detrás de estas búsquedas está la preocupación por los bajos ingresos y porque muchos están tan ocupados en proclamar sus dificultades financieras, que no se conceden el tiempo para escuchar cómo la van pasando los demás.    
     La verdad pensé que éste era un asunto menor y exclusivo de los mortales de a pie, pero hace poco descubrí que el mismísimo Presidente de la República ya no está tan conforme con su oficio y ahora quiere convertirse en humorista. O al menos esa impresión me dejó, después de leer algunos de sus comentarios en una entrevista que publicó La Jornada el pasado 23 de mayo de este año.    
     Por ejemplo, ahí dice que si bien pareciera haber mal humor social, “Sin embargo, cuando se les pregunta: oye, ¿te está yendo mal en tu pequeño negocio, en tu negocio grande? ¿Estás teniendo problemas? A todos, en términos generales, les está yendo bien.”    
      Acá entran las carcajadas grabadas.           
     Pero por si no nos quedó claro el chiste, insiste con locuaz alegría: “Las redes sociales han tenido impacto, sin duda, en el (mal) humor, porque obviamente hay expresiones de todo tipo. Libres. En México no hay censura de ningún tipo. Las redes han impreso, sin duda, un cambio al sentir social, al humor social, a las formas de expresión.” (Estas líneas levantan protestas de reporteros de distintos lares del país, aunque de manera especial de los veracruzanos, porque les parece de mal gusto que se haga humor negro a partir de la censura).     
      En realidad la libertad de expresión en las redes no ha sido coartada (a pesar de la intención que al respecto han tenido distintos diputados en los últimos años), porque no han encontrado cómo hacerlo, sin embargo, por más negativos, mal pensados y distribuidores de mala onda que fuéramos en las redes, difícilmente con nuestros comentarios podríamos cambiar la óptica social si todo estuviera bien. El asunto es que quienes por ahí andamos compartiendo nuestro andar cotidiano, vamos dejando una crónica de lo que nos ocurre —y no son sortilegios que invocan el mal humor—, y en ese reflejo se sienten identificados muchos. Es decir, no somos deformadores de la realidad, sino reflejos de ésta.       Pero obviamente, a personas como Peña Nieto, que se dedican a administrar para beneficio de determinados grupos económicos y de poder, no les viene bien lo que cuenta la gente, porque además de parecerse más a la realidad diaria, es completamente distinto a lo que él y sus Secretarios intentan vendernos en sus discursos.     
     En esa entrevista se abordan muchos temas más, como Ayotzinapa (respecto al cual comenta: “Nunca he logrado entender una cosa: cuándo pasó el gobierno a ser señalado, si lo único que quiso fue atraer un asunto ocurrido en una entidad, Guerrero”, y que da para sacar varias conclusiones), los matrimonios entre personas del mismo sexo, la reforma energética, la reforma educativa y el sistema anticorrupción.
       Supongo que tampoco es casualidad que sobre éste último tema se haya explayado menos. O quizá fue una decisión del periódico el sólo dedicarle un párrafo a su respuesta. Sin embargo queda la sensación de que no quiso entrarle al tema, porque por más chistes que quisiera hacer al respecto en su nueva carrera de humorista, de cualquier forma quedaría mal parado. Además, si usted lo recuerda, hace ya algunos años él mismo declaró que la corrupción que prevalece en México “es un asunto de orden cultural”.
      Quizá por ello, y para combatirla, es que en el presupuesto se les ocurrió bajar los recursos destinados a ese rubro (¿No suena lógico, “a menos cultura, menos corrupción”?), y además crear un sistema anticorrupción, que con seguridad será manejado por amigos que juraron serle leal al país en una fiesta en la Casa Blanca de la Gaviota.
        Pero ya no se dejen influir por mi mala onda que pueda ayudar causar mal humor social, y en cambio lo invito a leer la entrevista, les aseguro que les provocará muchas sonrisas irónicas.

Hasta la próxima.





















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