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Cotidianidades

Aunque uno de mis placeres preferidos es el de dormir, últimamente he tenido unas noches de insomnio de apariencia invencibles.
Una de estas ocasiones, en lugar de luchar contra la imposibilidad de dormir, decidí aprovechar esas horas para avanzar en mis pendientes, y ya que no podía trabajar —porque si bien no estás tan cansado como para dormirte, tampoco andas del todo lúcido—, opté por al menos revisar algunos correos y mensajes que recibo en Facebook.
Fue así como por fin me di el tiempo para checar un grupo de imágenes de la época de la Revolución Mexicana. Se trata de 237 fotos que reflejan eventos cotidianos durante la guerra que se vivió en México a principios del siglo pasado, en ellas vi a generales vivos y luego muertos, mujeres y hombres con armas en las manos y carrilleras al hombro, algunas escenas familiares y hasta románticas, y ejecutados, muchos ejecutados, algunos colgados de los árboles y otros por fusilamiento. En casi todos los casos se veía a gente humilde, descalza y desarrapada. En un par de ocasiones, al menos, se trató de niños.
En otro mensaje un contacto me enviaba el vídeo de unos niños de Oxchuc —o eso dice el título del vídeo—, comunidad indígena chiapaneca que este año ha vivido entre la violencia y el caos por motivos políticos, lo que ha significado enfrentamientos de la población contra la policía y entre ellos mismos.
En el vídeo un niño sostiene un escudo de la policía —supongo que lo habrán obtenido en alguno de los enfrentamientos y ahora lo utilizan como “juguete”—, mientras otro grupo de tres o cuatro niños le lanzan piedras y golpean con un palo al escudo, mientras gritan insultos y le dicen al del escudo que se largue.
El del escudo, sin embargo, no se amedrenta, y en algún momento usa su fuerza para empujar a sus atacantes, quienes se revuelven como pueden para establecer una distancia y reiniciar el ataque. De fondo se oyen algunas risas de adultos; son quienes graban la escena y quizá les parece divertido ver cómo los niños repiten el accionar de sus padres y de paso se entrenan para cuando en el futuro deban “negociar” con la policía.
Aunque el conjunto de fotos de la época revolucionaria y el vídeo de los niños jugando a pegarle a la policía corresponden a siglos distintos, discursivamente podrían ubicarse en un mismo espacio temporal, porque son reflejo de la violencia mortal que se vive en el país, de la pobreza en que está sumergida más de la mitad de la población, de la riqueza y avaricia desmedida de quienes se encuentran en el poder, y también nos habla de la lucha que hay entre la clase política y el pueblo, en la cual éste último debe enfrentarse a sujetos nacidos de entre sus entrañas, pero que para sobrevivir se convirtieron en policías o soldados dispuestos a cuidar los intereses de sus explotadores.
El tiempo pasó y las formas de violencia, las armas y los modos de pelear cambiaron, sin embargo la pobreza insultante, la necesidad que acorrala, la ostentación cínica de lo desfalcado, el compadrazgo con el poderoso y la impunidad, siguen estando en el origen del descontento y la violencia, de la que no escapan ni los poderosos ni los pobres, aunque son estos últimos quienes siguen poniendo el mayor número de muertos.
El terror también está ahí, presente en las dos épocas. Y crece. Porque aquellos que roban del erario, que usan sus posiciones para estafar los recursos del pueblo, que avalan ecocidios, fraudes y procesos políticos amañados con tal de enriquecerse y “asegurar” económicamente la vida de su descendencia, no se dan cuenta que en el proceso van enturbiando el ambiente y lo convierten en invivible, para los suyos y para aquellos a quienes robaron, y luego deberán usar esos recursos para contratar guardias que los protejan sin poder estar seguros de que algún día, quizá ese mismo guardia lo traicione y le juegue en contra.
De las fotos y del vídeo se pueden hacer muchísimas más lecturas. A mí se me ocurrió decir en una cena, que quizá estamos viviendo una nueva revolución que no acabamos de descifrar.
Alguien me contestó que eso no era cierto, porque las revoluciones transforman, y ahora, cuando mucho, estamos viviendo una guerra sin ideales sociales y que sólo está desangrando al país. Me quedé callado, pensando si realmente la guerra revolucionaria transformó algo o sólo significó un ligero reacomodo entre los dueños del poder. No encontré la respuesta. Si alguien la tiene, que por favor la comparta. Hasta la próxima.
 
 

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