Cotidianidades... 135
Cotidianidades…
Aunque uno de mis placeres preferidos es el de dormir, últimamente he tenido unas noches de insomnio de apariencia invencibles.
Aunque uno de mis placeres preferidos es el de dormir, últimamente he tenido unas noches de insomnio de apariencia invencibles.
Una de estas ocasiones, en
lugar de luchar contra la imposibilidad de dormir, decidí aprovechar esas horas
para avanzar en mis pendientes, y ya que no podía trabajar —porque si bien no
estás tan cansado como para dormirte, tampoco andas del todo lúcido—, opté por
al menos revisar algunos correos y mensajes que recibo en Facebook.
Fue así como por fin me di
el tiempo para checar un grupo de imágenes de la época de la Revolución
Mexicana. Se trata de 237 fotos que reflejan eventos cotidianos durante la
guerra que se vivió en México a principios del siglo pasado, en ellas vi a
generales vivos y luego muertos, mujeres y hombres con armas en las manos y
carrilleras al hombro, algunas escenas familiares y hasta románticas, y
ejecutados, muchos ejecutados, algunos colgados de los árboles y otros por
fusilamiento. En casi todos los casos se veía a gente humilde, descalza y
desarrapada. En un par de ocasiones, al menos, se trató de niños.
En otro mensaje un contacto
me enviaba el vídeo de unos niños de Oxchuc —o eso dice el título del vídeo—,
comunidad indígena chiapaneca que este año ha vivido entre la violencia y el
caos por motivos políticos, lo que ha significado enfrentamientos de la
población contra la policía y entre ellos mismos.
En el vídeo un niño sostiene
un escudo de la policía —supongo que lo habrán obtenido en alguno de los
enfrentamientos y ahora lo utilizan como “juguete”—, mientras otro grupo de
tres o cuatro niños le lanzan piedras y golpean con un palo al escudo, mientras
gritan insultos y le dicen al del escudo que se largue.
El del escudo, sin embargo,
no se amedrenta, y en algún momento usa su fuerza para empujar a sus atacantes,
quienes se revuelven como pueden para establecer una distancia y reiniciar el
ataque. De fondo se oyen algunas risas de adultos; son quienes graban la escena
y quizá les parece divertido ver cómo los niños repiten el accionar de sus
padres y de paso se entrenan para cuando en el futuro deban “negociar” con la
policía.
Aunque el conjunto de fotos
de la época revolucionaria y el vídeo de los niños jugando a pegarle a la
policía corresponden a siglos distintos, discursivamente podrían ubicarse en un
mismo espacio temporal, porque son reflejo de la violencia mortal que se vive
en el país, de la pobreza en que está sumergida más de la mitad de la
población, de la riqueza y avaricia desmedida de quienes se encuentran en el
poder, y también nos habla de la lucha que hay entre la clase política y el
pueblo, en la cual éste último debe enfrentarse a sujetos nacidos de entre sus
entrañas, pero que para sobrevivir se convirtieron en policías o soldados
dispuestos a cuidar los intereses de sus explotadores.
El tiempo pasó y las formas
de violencia, las armas y los modos de pelear cambiaron, sin embargo la pobreza
insultante, la necesidad que acorrala, la ostentación cínica de lo desfalcado,
el compadrazgo con el poderoso y la impunidad, siguen estando en el origen del
descontento y la violencia, de la que no escapan ni los poderosos ni los
pobres, aunque son estos últimos quienes siguen poniendo el mayor número de
muertos.
El terror también está ahí,
presente en las dos épocas. Y crece. Porque aquellos que roban del erario, que
usan sus posiciones para estafar los recursos del pueblo, que avalan ecocidios,
fraudes y procesos políticos amañados con tal de enriquecerse y “asegurar”
económicamente la vida de su descendencia, no se dan cuenta que en el proceso
van enturbiando el ambiente y lo convierten en invivible, para los suyos y para
aquellos a quienes robaron, y luego deberán usar esos recursos para contratar
guardias que los protejan sin poder estar seguros de que algún día, quizá ese
mismo guardia lo traicione y le juegue en contra.
De las fotos y del vídeo se
pueden hacer muchísimas más lecturas. A mí se me ocurrió decir en una cena, que
quizá estamos viviendo una nueva revolución que no acabamos de descifrar.
Alguien me contestó que eso
no era cierto, porque las revoluciones transforman, y ahora, cuando mucho,
estamos viviendo una guerra sin ideales sociales y que sólo está desangrando al
país. Me quedé callado, pensando si realmente la guerra revolucionaria
transformó algo o sólo significó un ligero reacomodo entre los dueños del
poder. No encontré la respuesta. Si alguien la tiene, que por favor la
comparta. Hasta la próxima.
Comentarios
Publicar un comentario