Cotidianidades... 96
13/abril/2015
Cotidianidades…
A la feliz llegada de la quincena, de modo
irremediable se suma la llegada de la lista de pagos por realizar. Así, apenas
vemos el número en el cheque o en la pantalla del cajero automático, uno ya
sabe que parte ese monto será destinado a gastos como electricidad, gas,
teléfono, televisión de paga y un largo etcétera.
Por supuesto que nadie nos
obliga a contratar esos servicios. Uno puede, por ejemplo, en vez de encender
la luz, usar quinqués o velas, mandar a instalar celdas solares o, de plano, alumbrarse
las noches con cerillos, con la convicción de que algún día se le hará callo en
los dedos y ya no sufrirá por las quemadas.
De la misma manera podemos desechar
el celular, a pesar de que estos aparatos hayan tomado la apariencia de imprescindibles
en nuestra vida cotidiana. Conozco a varios amigos que los usan como oficinas
móviles, otros los tienen como único medio para comunicarse con sus parientes
en el extranjero, los hay quienes lo emplean para mantenerse en contacto con
los hijos que se quedan en casa mientras los papás trabajan, y otros muchos
para distraerse cuando manejan, con la convicción de que en su vida pasada
fueron malabaristas y que en la presente son tan vivillos que a ellos nunca les
ocurrirá un accidente (hasta que perpetran uno).
¿Y la televisión de paga?
¿Es realmente necesaria? Hay quienes consideran que sí, ya que después de un
extenuante día de trabajo, se merecen un buen programa de televisión (difícil
de encontrar en los canales abiertos). Asimismo, somos muchos los padres que
precisamos unos minutos de quietud diaria y, ¿qué mejor aya y distractor para
los querubines que un canal de caricaturas?
Supongo que análisis
parecidos hemos hecho todos respecto a los distintos servicios que contratamos
y es por ello que, a pesar de lo doloroso que pueda resultar para nuestro
bolsillo, cada mes tratamos de ser puntuales en el pago con tal de no quedarnos
sin teléfono, agua, cable o internet.
Sin embargo la retribución
de estas empresas a sus clientes en áreas como atención, cobro y calidad en el
servicio, no suele ser recíproca, y son más la veces que nos quedan a deber que
las que quedamos parejos.
Usemos como ejemplo a Telcel,
principal operador de telefonía móvil en México, y que suele dar un servicio
mediocre.
Si vas charlando en un auto
(como copiloto, claro) o en el colectivo, suele dejarte a medias en las
conversaciones, porque de repente pasas por “sombras” sin cobertura y debes volver
a marcar. Por esa misma razón muchos usuarios deben salir a la calle para hacer
llamadas, pues en sus casas no hay señal.
Ahora, si lo que pretendes es
realizar algún trámite, de entrada das por hecho que deberás disponer de mucha
paciencia y horas para ello, porque las colas en los centros de atención suelen
ser enormes. Sería interesante que así como te cobran “religiosamente” cada
minuto de llamada que realizas, la empresa les retribuyera a los usuarios por
cada minuto perdido en sus instalaciones. Entiendo que es una idea
descabellada, sobre todo visto desde la perspectiva de la familia Slim, pero
seguro estoy que de ese modo optimizarían la atención o al menos los clientes
estarían más relajados. ¿Y cuántos de ustedes están seguros de que les han
cobrado de más y no han podido hace efectivo su reclamo?
Situaciones similares se
viven en Cablevisión, donde a veces no te pueden cobrar con tarjeta, se les cae
el sistema, o si tienes problemas, debes esperar y esperar y esperar para que
te atienda un trabajador a punto de la histeria por la sobrecarga de trabajo,
de la cual como cliente no eres culpable.
Las empresas públicas no
salen mejor paradas. Si bien es de resaltar que en ocasiones tienen aciertos
como los cajeros automáticos de la Comisión Federal de Electricidad, hay yerros
descomunales, principalmente en materia de cobros indebidos, amén de que la
cultura de la mordida sigue estando muy presente.
Me parece evidente que la
enorme capacidad de algunas empresas por captar el mayor porcentaje del mercado,
ha provocado el efecto de “falta de competencia que conduce a la
incompetencia”. Sin embargo, nosotros como clientes tenemos el sartén por el
mango y no deberíamos acepar pagar por un servicio mediocre.
Exigir en lo cotidiano la
retribución justa a cualquier pago que realicemos a algunos les puede parecer
hasta subversivo —en tanto muchos no estamos acostumbrados a ello—, pero es
necesario si queremos mejorar como sociedad y además tener empresas y gobiernos
que se rijan por la honestidad y la
eficiencia. Esto, también, bajo la conciencia de que así como exigiremos por lo
que pagamos habremos de dar por lo que se nos paga, de tal forma que la balanza
esté realmente equilibrada y entonces podamos hablar de que se está
convirtiendo a este país en un mejor lugar para vivir. Hasta la próxima.
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