Cotidianidades... 86

26/Enero/2015

Cotidianidades…
Si bien las fiestas navideñas suelen dejar déficits económicos y en ocasiones deudas insalvables, no hay duda que a cambio de tantas carencias, nos deja abundante colesterol, altos niveles de triglicéridos y un singular incremento de kilos difíciles de perder.
Aún personas con bastante disciplina y autocontrol, en esos días se perdonan los excesos alimenticios, y bajo el argumento de que a partir de enero vivirán a base de chayotes hervidos, toman (tomamos) figuras simpáticas y pachoncitas, con vientres que amenazan ir lanzando botonazos a quien ose sentarse frente a nosotros, y cinturas que se niegan a ser abrazadas por los pantalones de siempre, a quienes rechazan con grasosa soberbia.
Eso sí, antecito del día de Reyes y mientras nos disponemos a despacharnos una buena porción de rosca con un tazón de chocolate, hacemos circular varios memes exagerando la situación con, por ejemplo, orangutanes engordados a través de Photoshop, los cuales cumplen la función de hacernos reír al tiempo que nos consuelan con la idea de que “así de gordos no quedamos”.
A pesar de los chistes, el tema es lo suficientemente grave como para provocar una alerta en la Secretaría de Salud, que el año pasado pidió que no fuéramos tan abusivos y evitáramos consumir demasiadas grasas y bebidas alcohólicas, pues en estas fechas que deberían ser de concordia, paz y tranquilidad, el número de infartos aumentan hasta un ocho por ciento, mientras que los malestares digestivos se incrementan hasta un trece por ciento.
Ahora, suponiendo que a pesar de habernos alimentados como si se acercara el fin del mundo sobrevivimos a alguno de estos males, no hay duda de que se nos vienen encima algunas semanas de esfuerzo y mucha voluntad para volver a ser quiénes éramos, y no seres que se encuentran incómodos con tanto cuerpo, que se vuelve difícil manejar situaciones cotidianas como bajarse del auto —sea particular o colectivo—, subir las escaleras de siempre o reposar la comida sin desabrocharse el cinturón.
No deja de ser interesante que junto con el año nazcan una serie de remedios y alimentos milagrosos, capaces de —supuestamente— desaparecer la gordura nomás por voltear a verlos. Lo peor es que personas consideradas bastante críticas y que resuelven su vida asidas a los métodos científicos, en medio de la desesperación y al ver cómo despotrica la báscula cuando se le trepan encima, recurran a brebajes estrambóticos, ungüentos de engaño y recetas místicas que son muy buenas para sacar dinero a los incautos.
Hace poco se me ocurrió preguntar con amigos y conocidos por técnicas para bajar de peso, les comparto las más bizarras, sin aceptar responsabilidades por los efectos que éstas puedan causar si alguien decide seguirlas.
Una de ellas es tomar un té caliente en ayunas. Uno puede elegir el té que más le guste, lo fundamental es prepararlo en una taza de peltre y después de dejarlo hervir varios minutos, hay que sacarlo del fuego y con un rápido movimiento llevarnos la taza a la boca e ingerir la infusión en pocos segundos. Es posible que en el proceso se sufra una quemadura de labios, lengua y garganta que nos impida comer el resto del día, pero gracias a esta técnica en menos de dos semanas verá cómo adquiere labios de mulato y además obtiene la figura anhelada ¡sin necesidad de ir al gimnasio ni operaciones costosas!
Otro remedio sugerido fue el de comer veinticinco guayas diarias. Resulta que esta fruta es casi milagrosa en eso de hacer perder grasa corporal. Pero para que surta efecto, usted debe subir al árbol, cortar una frutita, bajarse de árbol y comerla con tranquilidad, y después repetir el procedimiento otras veinticuatro veces. En este caso y si antes no se cae del árbol, en un mes comenzará a notar cambios sustanciales que lo llevarán a tener un cuerpo esbelto, tonificado y bastante fuerte.
La última y más peligrosas de las recomendaciones que me compartieron, es la de alimentarnos única y exclusivamente de lo que se pueda comprar con el salario mínimo. Con este tratamiento en específico tengo ciertas reservas, pues además de pasar hambre, a la larga la persona corre el riesgo de morir de inanición, y si nuestra finalidad es obtener salud, el método puede resultar contradictorio.
Claro, siempre queda el camino difícil y trillado de hacer ejercicio y balancear la dieta, pero, ¿para qué complicarnos la vida, cuando es más fácil, por ejemplo, poner a reposar granos de arroz bajo la luz de la luna?

Podría seguir trivializando el tema y reírnos de él un rato más, pero más divertido será si, por ejemplo, tomamos medidas adecuadas para quitar la cochambre que navega por nuestras arterias y así nos procuramos unos años más de vida saludable. Hasta la próxima.

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