Cotidianidades... 120

Cotidianidades…
Mientras revisábamos unos textos un amigo y yo, escuchamos los gritos (qué digo gritos, alaridos) de una de sus vecinas. La situación parecía tan desesperada, que no tuvimos tiempo de ponernos nuestros trajes de súper héroes ni de quitarnos la falsa panza con que pretendemos pasar por personas comunes y corrientes, y así, disfrazados de seres anodinos, fuimos en ayuda de la desesperada mujer.

—¡La violinista! ¡La violinista! —nos gritaba mientras daba saltitos y movía las manos como si se las hubieran quemado— ¡Ahí estaba la violinista! —dijo ahora con voz quebrada y como si se le estuviera desgajando la garganta.

La verdad es que pensé que se trataba de alguna asesina serial, parecida a la mata viejitas. Fue por eso que le pregunté a la señora las señas de la delincuente musical.

—Tenía ocho patas y era de color marrón —dijo ahora con las manos entrelazadas, casi a punto de ponerse a rezar.

—¿Se droga? —le murmuré la pregunta a mi amigo.

—No —respondió él—. Es adicta a madrearse a su esposo, pero de ahí no pasa.

Pareció que hubiéramos invocado al hombre ese. Por la puerta salió corriendo un señor más panzón que nosotros, barbudo, en calzoncillos, con una sexi playera pegadita al cuerpo y chanclas de distinto color. Traía entre las manos un potente insecticida y –tal vez fue granadero en su vida pasada— comenzó a disparar antes de ver su objetivo.

Pronto salimos corriendo todos de la casa, porque el ambiente se volvió irrespirable y francamente tóxico. Como si no hubiera hecho bastante daño, el señor todavía se atrevió a preguntar:

—¿Será que me eché a la arañita?

—¡Casi nos matas a nosotros! —le contestó la mujer que, dicho sea de paso, cuenta con francos dotes para el drama.

Yo, la verdad, quería desquitarme, por eso no me resistí a decirle:

—Sí, oiga. Se pasa… casi mete el rociador del insecticida en la boca de su esposa.

—Es que me dan miedo las arañas —dijo el señor ahora con gesto de niño regañado, y yo, como el Chicharito cuando ve la oportunidad de un gol, descubrí en ese instante la posibilidad del desquite definitivo.

—¡No le diga así a la señora! No sea gacho. Respétela tantito.

La señora, sorprendida por el giro que dio la charla, sólo atinaba a decir  “yo, yo, yo…”

—“Yo” que usted lo madreo —la ayudé a completar la oración, con el sano fin de que a ver si así le quita lo idiota al marido que prefirió caminar de vuelta a su casa, explicando que él sólo quería ayudar.

Convengamos en que quizá exageré un poco la anécdota, pero así de exagerada fue también la psicosis que en días pasados se desató en contra de estos artrópodos, especialmente en contra de la araña violín o violinista, a partir del ataque que sufrió un niño y que puso en peligro su vida.

Es verdad que su mordida provoca distintos daños en la parte afectada (como la muerte de tejidos y músculos), y cuando no hay una atención pertinente puede provocar daños en los riñones y  es potencialmente mortal.

Por supuesto que no quisiera encontrarme con este bicho ni le deseo algo así a nadie. Sin embargo, este animalito forma parte de la naturaleza que nos rodea, ha estado ahí por muchísimo tiempo y sólo ataca cuando, por ejemplo, se le presiona por accidente o se la pasa a traer.

De manera irresponsable, alguien hizo circular en las redes sociales un falso boletín de la Secretaría de Salud, en el que se advertía de la presencia de esta araña desde hacía tres meses en México y que ha provocado 200 mil muertes en lo que va del año.

En realidad esta araña tiene mucho tiempo habitando tierras chiapanecas, su presencia ha sido reportada, al menos, por don Miguel Álvarez del Toro en su libro “Arañas de Chiapas”, esto en 1992.

Tampoco es cierto que haya matado a tantas personas en este año, sólo basta considerar cuántos reportes ha escuchado usted, aparte de este lamentable suceso ocurrido en días pasados (también para comparar, durante el gobierno del Calderón se reportaron poco más de 121 mil muertes violentas).

Es cierto que vale la pena meter una buena limpieza en lugares sucios y olvidados; es correcto estar alertas ante la posible presencia de una araña violín;  está muy bien que se revise debajo de muebles y en espacios por donde jueguen los niños, pero no se vale lanzar estrategias de exterminio contra todas las arañas que encontremos, porque ellas juegan un papel vital para mantener el equilibrio biológico, en tanto ayudan a evitar plagas y a la regeneración de bosques. ¿Cuántos de nosotros podemos presumir de lo mismo?

Insisto, no digo que las ande acariciando, pero tampoco las mate sólo porque se le atravesaron en el camino. Ah, y si decide usar insecticida, por favor apunte bien, o en su caso, pruebe con usted mismo si el artefacto ayuda a eliminar el mal aliento antes de dispararle a los demás. Hasta la próxima.
 

 

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