Cotidianidades... 112
27/08/2015
Cotidianidades...
Así como a cada santo le llega su fiesta y a cada cochi su madrugada, casi sin darnos cuenta, en esta parte del hemisferio el verano se acerca a su fin y los niños, nuestros nunca lo suficientemente bien amados querubines, deben volver a la escuela.
Cotidianidades...
Así como a cada santo le llega su fiesta y a cada cochi su madrugada, casi sin darnos cuenta, en esta parte del hemisferio el verano se acerca a su fin y los niños, nuestros nunca lo suficientemente bien amados querubines, deben volver a la escuela.
Eso sí, no
importa lo aburridos que la hayan pasado los últimos días, que no encontraran
acomodo ni en su pellejo durante semanas de hastío, a la hora de encarar el fin
de sus vacaciones, el 99.99% de los chamaquitos y chamaquitas, entran en una
especie de depresión mezclada con ansiedad, que a los pobres y angustiados
padres nos coloca en encrucijadas ante sus preguntas de apariencia ingenua.
–Má, se me
hace que este año va a estar muy difícil y voy a reprobar.
–No te apures
–contesta la madre con voz de conferencista motivadora–, ya dijo la Secretaría
de Educación que por muy burro que seas, nadie puede reprobarte, así que
tranquilo, chunquito.
–Papi… ¿y si
este año no me toca con mis amigos de siempre?
–Sería una
señal de que Dios si existe, porque vieras cómo se lo he pedido –responde el
papá mientras tiene fija la mirada en la televisión y no se da cuenta de que
transparenta sus emociones–. Y es que déjate tú lo sangrones, se me hace que
apuntan para ser unos buenos para nada y no quiero que les aprendas eso.
Prefiero que seas autodidacta.
–Papás
–pregunta el querubín que quiere una respuesta consensada– ¿Y si no me hallo?
–Con un zape
te ubico dónde es que estás –responde el papá irracional, justo antes de
recibir un zape que le da la esposa por no contestar con cariño y desde una
perspectiva pedagógica.
Por suerte y
de modo irremediable, llega el momento de hacer a un lado las dudas
existenciales para dar paso a la acción, y entonces no queda más que alistar
los uniformes, finalizar el entrenamiento de estibador que se le da a los niños
y niñas para que puedan aguantar su útiles escolares, y mandarlos temprano a
mal dormir, pues de puritito nervio, son muchos más de los que usted imagina
los que sufrirán sus primeros insomnios, a veces desde el temor, en otras
ocasiones estimulados por la adrenalina que genera el saber que se va a encarar
una nueva aventura, donde conocerán a un montón de personas que ni imaginaban
que existían y gracias a las cuales, en algún momento habrán de poner a prueba
su capacidad para manejar las emociones y, no pocas veces, su lealtad.
Por otro lado,
el primer día de clases de un hijo también le significan análisis, preguntas y
reflexiones a los padres, que no terminan de comprender cómo de sus brazos, la
niña pasó a la secundaria, la cual tras un par de parpadeos estará a punto de
terminar para irse a la prepa y, como si eso no fuera poco, ¡con novio!
Y por si
pretendemos no darnos cuenta, nunca faltará el sorprendido (o sorprendida) que
sale con la típica pregunta “¿Cómo, ya tu hijito en tercero de primaria?”, y
que con la mirada parece decirnos: “cómo es la vida, mientras los niños van
pa´arriba, evidentemente tú ya vas cuesta abajo”.
Podrá sonar a
broma, pero la realidad también es que con cada año, los padres vamos
descubriendo en el espejo y en nuestra vida cotidiana que ya no estamos tan
tiernitos, y diversas situaciones del destino nos hace preguntarnos qué debemos
hacer para que nuestros hijos sigan adelante a pesar de que, más allá de
nuestros deseos, dejemos de estar junto a ellos.
Lo ideal es
que casi con cada grado escolar, sus alas vayan creciendo y fortaleciéndose, y
que reconozcamos en ellos una mayor independencia y capacidad para adaptarse al
entorno, así como las herramientas adecuadas para encarar la vida con entereza
y una sonrisa en el rostro, en tanto la encuentren retadora y divertida.
Esa evolución
paulatina sería un síntoma de que padres, maestros y alumnos están haciendo lo
correcto en el proceso formativo, no sólo de prometedores profesionistas, sino
de seres humanos que puedan hacer de éste un mundo más bonito. Hasta la
próxima.
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