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Mostrando entradas de noviembre, 2015

Cotidianidades... 126

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Cotidianidades… Con esto de que las escuelas del nivel básico del país tienen juntas de consejo técnico cada último viernes del mes, los papás recibimos la maravillosa oportunidad de tener un día de entrenamiento o, si quiere verse de otro modo, de vislumbrar cómo puede irnos en las siguientes vacaciones con los niños en casa. Porque, aun cuando nuestros querubines sean las mayores ternuras del mundo, no dejan de crecer ni de inventar juegos y diabluras nuevas, y con cada año que pasa andan más dispuestos a planear aventuras que, en su momento, pondrán a prueba nuestra paciencia, la capacidad de resistencia de algunos adornos hogareños y la solidez con que se cimentaron nuestras casas. No importa si usted ya probó que pudo soportarlos sin inmutarse el verano pasado, recuerde, ellos ya han crecido, ven al mundo con otros ojos y de seguro se acercan a las siguientes vacaciones con ideas que, si no vinieran de ellos, calificaríamos de maquiavélicas. Es por eso que en lugar de moles

Cotidianidades... 125

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Cotidianidades… Ahora que vestimos de olvido al día de la Revolución Mexicana, en familia decidimos permanecer el domingo en casa. Claro que después de varias horas de encierro, el querubín andaba que se trepaba por las paredes y no logré bajarlo ni con el matamoscas. Así que se me ocurrió llevarlo de paseo a un centro comercial, de esa manera mataba dos pájaros de un tiro: comprábamos la despensa en el supermercado y lograba que se orearan los pulmones del chamaquito y de su ascendencia. Si bien se me ha desarrollado la gastritis gracias a que adora tomar como pista de carrera los pasillo de cristalería, en cambio sólo una vez estuvo a punto de chocar contra una pirámide de tequilas y, al mismo tiempo, debo reconocer que   no suele un niño ser pedinche. Claro que un niño no puede portarse todo el tiempo bien. Diría Miguelito —el de Mafalda— “es antideportivo”, y esta ocasión estuvo a punto de protagonizar un berrinche de esos llamados memorables. No fue por un dulce ni por un jug

Cotidianidades... 124

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Cotidianidades... Viajé a la Ciudad de México con la intención de participar en la Feria Internacional de Literatura Infantil y Juvenil (Filij) gracias a la   invitación de distintas editoriales y del Conaculta, esto con el objetivo de participar en presentaciones y firma de libros, así como para asistir a charlas magistrales que dieron escritores y editores reconocidos internacionalmente. Por supuesto que para ir vestido "ad hoc" al evento, me compré una boina de piel, chamarra de gamuza, una pipa y practiqué frente al espejo la mirada de “soy un intelectual que comprende al mundo e, incluso, te lo puede explicar”. ¡Cómo se ha reído el querubín! No podía parar ni porque le eché un vaso de agua en la cara, no se detuvo aun cuando le dolió el estómago, ni a pesar de que lo amenacé con darle de comer las croquetas del gato. Luego, ya más tranquilo, le dibujó unas caritas a la boina, la pipa la agarró para pegarle a un tambor y la chamarra de gamuza se convirtió en casa d

Cotidianidades... 123

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Cotidianidades… Por razones profesionales debí trasladarme al Distrito Federal, ciudad que enamora, fascina y también, en no pocos casos, espanta. Asimismo, y con la intención de facilitar mis traslados, decidí hospedarme en un lugar relativamente cercano al lugar de trabajo y que elegí a través de internet. De día esta zona es bastante bonita y agradable para recorrer. Sin embargo, al anochecer, la iluminación me parece terriblemente pobre y no hay nada como la oscuridad para despertar pesadillas y traer recuerdos tenebrosos que para nada tienen relación con los espantos de ultratumba y sí con asuntos más terrenales. Por supuesto que decidí darme valor antes de volver a mi hotel la primera noche de trabajo y para ello recurrí ante un par de compañeros, a quienes les pedí me confirmaran la certeza de que estábamos en un lugar seguro. —No te preocupes —dijo uno de ellos, delgado, bajito y con cabello largo—. Estamos rodeados de colonias “de gente bien”. Las personas acá son muy t

Cotidianidaes... 122

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Cotidianidades… Con tal de ahorrarme unos minutos y para ir ganando tiempo, me lancé a trotar   sin realizar el calentamiento previo. Honestamente no aguanté mucho, es más, me vi obligado a detenerme antes de lo planeado y asumí que todo se debía a mi inconstancia con el deporte. Eso sí, después de haber trotado un par de kilómetros, me creí merecedor de una dieta libre de restricciones, así que apenas llegué a la casa de mi suegra, me senté a despacharme sin remordimientos unos tamalitos chiapanecos, varias tazas de café y una buena porción de pan tuxtleco. Ya estaba yo echándole el ojo a la calabacita en dulce y a unos suspiros de yuca que había en el altar, cuando mi esposa, en un vano intento por salvar mi imagen pública, me retiró el plato y con el dedo índice trazó una curva en el aire como diciendo: “vámonos papacito, antes que dejes sin comida el refrigerador de mi madre”. Obediente me apresté cumplir la orden y, en ese momento, comenzaron mis problemas. Intenté levantar