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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Cotidianidades... 117

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Cotidianidades... Una de las actividades que más disfruto en la vida es leer. Para mí pocos placeres son tan disfrutables como el acostarte en una hamaca acompañado por una lectura capaz de hipnotizarte, de atraerte a esa realidad que te están contando y que uno, como lector, recrea y hasta confirma que existe porque la estamos viendo en nuestra mente. Claro que, al igual que a muchos de ustedes, apenas abro un libro parece que se prendiera un letrero con luces fosforescentes que dice “persona sin oficio”, porque de inmediato se presentan urgencias impostergables, llamadas telefónicas de personas equivocadas y alguna ocurrencia de los niños que, aprovechando nuestro alejamiento mental, comenten sus más perfeccionadas diabluras. En esos casos y por su bien emocional, le recomiendo que postergue la urgencia, apague el teléfono, amarre a los niños, y siga leyendo hasta sentirse feliz. Siendo sincero, a veces mi capacidad de comprensión no me da para entender a algunos autores y mu

Cotidianidades... 116

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Cotidianidades... No sé si estaba enamorada cuando se casó a los catorce años, pero un año después tuvo a su primer hijo con ese hombre que en edad le llevaba más de un lustro. Muchos de mis contemporáneos con toda seguridad habrían augurado un naufragio amoroso a esa relación, sin embargo, cuando ella   cumplió los veintitrés ya tenían cuatro querubines y quizá todo habría seguido por un curso más o menos sereno, sino es porque enviudó. En un principio, afligida por la muerte y por las necesidades económicas, se refugió bajo la sombra del suegro. Sólo que entonces ocurrió lo inevitable. El anciano también falleció, y esta joven debió repartir las horas del día en múltiples actividades que le permitieran darle de comer a su prole, vestirlos decentemente y mandarlos a la escuela. Ante ese escenario que a varios nos resultaría avasallante, ella no pudo evitar caer en la tentación de entregar su corazón a otros dos niños, hijos de una comadre, y que quedaron huérfanos justo cuando el

Cotidianidades... 115

17/09/2015 Cotidianidades... Un par de años atrás recibí una llamada del CONECULTA Chiapas, en la que se me invitaba a formar parte de la Comisión de Planeación del Programa para el Estímulo y Desarrollo Artístico (PECDA) en el estado. Se trataba de un cargo honorífico —como quien dice, sin paga a cambio— en una comisión conformada por artistas de distintas disciplinas, quienes a nombre de la sociedad, daríamos seguimiento y evaluaríamos dicho programa. La propuesta me resultó interesante, pues era un modo de participar de manera activa en un proyecto destinado a impulsar el trabajo —sobre todo— de jóvenes artistas. Así que acepté y le entramos con todas las ganas y la poca experiencia que pudiera tener. Desafortunadamente hubo un cambio de Dirección, y el timón de ese barco cultural comenzó a dirigirse a quién sabe dónde. En el caso del PECDA, al parecer este año naufragó, y digo al parecer, porque ninguna autoridad del CONECULTA le ha informado a esa Comisión si va a echarse

Cotidianidades... 114

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10/09/2015 Cotidianidades... Hace algunos días la despensa lucía tan vacía, que resultaba casi irremediable ir al supermercado, a menos que aceptara cenar bicarbonato con almendras y pimienta. A pesar de que no es precisamente la actividad que más nos encanta, nos fuimos en familia a esa especie de paseo en el que, en no pocas ocasiones, nuestro querubín de tres años nos ha obligado a correr detrás suyo por los pasillos llenos de frascos de cristal, que para él son murallas colocadas por un alma caritativa que desea la diversión de los niños. Íbamos contentos, bromeando, tomados de la mano. Mientras cruzábamos el estacionamiento, vimos a nuestra derecha cómo una camioneta blanca se echaba en reversa y luego, quizá alebrestados por la intuición, vimos cómo la conductora aceleraba sin importarle que nosotros estuviéramos en su camino. Desconozco las razones que tenía para estar tan enojada con la vida, ni creo que le hayamos dado motivos para desquitarse con nosotros. Pudo pasar d

Cotidianidades... 113

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02/09/2015 Cotidianidades... Revisando un portal sobre costumbres y formas de negociación que se desarrollan en otros países, encontré que mientras los mexicanos solemos distribuir nuestras tarjetas de presentación como si fueran volantes, los chinos la entregan sosteniéndola por las esquinas superiores con pulgar e índice de ambas manos, al tiempo que realizan una reverencia. Dicho portal (de Santander), sugiere que en esos casos uno tome la tarjeta, la lea con atención y luego la guarde bien. La explicación que encontré a un protocolo de aparente sencillez, es que el negociador chino no sólo le está presentando un trozo de cartulina con tinta, sino que le está entregando su nombre, el cual espera sea respetado, así que si usted agarra la tarjetita y se la mete en la bolsa trasera del pantalón, digamos que no será bien visto ni le hará mucha gracia a su interlocutor. En México, el respeto al nombre no debería resultarnos extraño y mucho menos ajeno. A botepronto me viene a