Cotidianidades... 211
Entré al tercero de primaria convencido de que habría de ser la continuación del infierno que viví durante mi segundo año. La profesora que nos asignaron pareció dispuesta a darme la razón, y a los pocos días, echando mano de criterios pedagógicos del siglo pasado, nos acomodó de acuerdo a nuestro nivel de aprovechamiento. A mí me tocó hasta atrás en la fila de los más atrasados, es decir, para copiar sólo me quedaba el compañero de adelante, quien como yo, era poco confiable. No recuerdo que mis compañeros me hubieran acosado por la posición que ocupé en el salón de clases, de todas formas con la humillación personal tenía bastante para sentirme mal conmigo mismo, y no encontraba de dónde asirme para escapar de ese sitio en que me colocaron mis malas calificaciones y, por supuesto, esa condenada profesora. Para mi buena suerte, la profesora se jubiló un mes después, y su lugar fue ocupado por una maestra nueva de quien poco se sabía. Recuerdo que la directora llegó a present...