Cotidianidades... 109
12/07/2015 Mientras intentaba elucubrar una nueva historia para niños, a un amigo y colega se le ocurrió sugerirme que pusiera mucha atención a mi hijo, ya que además de ser fuente de inspiración, entre sus juegos y comentarios podría encontrar una anécdota que me valiera el nobel. Pobre niño, le hice tal marcación personal, que por poco lo vuelvo paranoico, y consideré que fue efecto de mi acoso el que llegara a contarme que “un pajarito subió a un árbol, se convirtió en Hulk azul y luego saltó a un avión para llegar a un hormiguero que se llenó de agua”. Le mandé un mensaje a mi amigo y colega advirtiéndole que si volvía a acercarse a mi casa, lo sentaba en un hormiguero. L e pedí disculpas al querubín por haberlo desquiciado y, dispuesto a descargar el peso de mi conciencia, en la oscuridad de la noche trepé al auto para ir a comprarle su helado favorito. Parecía que iba yo bailando reguetón, pero por la cantidad de baches que debí pasar y que ya dañaron los amortiguado...