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Mostrando entradas de diciembre, 2015

Cotidianidades...128

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Cotidianidades... En “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez, uno de sus personajes más entrañables, llamada Úrsula Inguarán, mientras está siendo vencida por la decrepitud se queja de los cortos que se van volviendo los días, en incluso acusa a Dios de hacer con los meses y los años las mismas trampas que hacían los turcos al medir una yarda de percal. Hay una explicación bastante seria para explicar por qué conforme vamos acumulando años, el pasar de estos nos parece más rápido, y tiene que ver con la experiencia acumulada. Es decir, un niño de un año, para cumplir otro, debe acumular a través de los días el cien por ciento de su experiencia previa, lo cual le implica mucho más trabajo al cerebro. Ese porcentaje se va reduciendo al pasar del tiempo, y de pronto, un año, representa una quincuagésima parte de nuestra vida, y entonces, desde esa postura, a nuestro experimentado cerebro ya no le parece tan extenso. Algo similar ocurre cuando recorremos un camino nuevo, que la

Cotidianidades... 127

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Cotidianidades… Durante varios días el querubín estuvo insistiendo con que ya pusiéramos el árbol de Navidad y, no es que sea yo un “Grinch”, pero viendo hacia el futuro, si bien me daba un poco de flojera desempacar todos los adornos navideños en esta época, no podía imaginar cómo me iba a pesar guardarlos en enero… o febrero… o en Semana Santa. Así, echando mano de argucias y artilugios, intenté convencer al pequeñín de que estas fechas decembrinas, en realidad sólo son producto de la mercadotecnia y de mentes ambiciosas que nos invitan a gastar todos nuestros ahorros en regalos que nadie necesita. El niño me quedó viendo extrañado, como si fuera yo un ente de otro planeta y, antes de hacer un puchero, lanzó un grito llamando a su mamá. Mi mente obnubilada apenas alcanzó a pensar una palabra: ¡Catástrofe! Pero ya montados en la mula, había que aguantar los reparos y cuando vi venir hacia mí a la dueña de mis quincenas, aguanté con gesto impávido, aunque debí esconder las man